domingo, 30 de agosto de 2015

Capítulo 100 - ¡Cumpleaños feliz, Héctor Perea! (Febrero 1972)


(Unos meses después, Enero de 1972. Ya terminó el año 1971 sin mayores novedades de las acontecidas para nuestros protagonistas. Los hermanos Perea Muñoz han retomado sus clases tras las fiestas navideñas. Este curso en el que María ya hace 5º de Bachillerato y Dani 2º de Bachillerato, las cosas parecen más tranquilas. Aunque a medida que van avanzando en sus estudios, tienen mayor cantidad de tareas, sin embargo y sobre todo porque este año parece menos movido que el anterior, los niños están bastante centrados en sus quehaceres diarios y disfrutan más de las actividades escolares y también de las extraescolares. María se ha apuntado este año a un taller de fotografía y disfruta los fines de semana practicando con la cámara que sus padres le han regalado por Navidad. Daniel sigue con el baloncesto aunque también le gusta el fútbol bastante y de hecho ya ha acudido con su padre algún domingo que otro a ver jugar al Real Madrid en el estadio de Chamartín, ya rebautizado como Santiago Bernabéu desde hace años. Allí padre e hijo disfrutan animando a su equipo y luciendo orgullosos sus colores).

(Una fría tarde de Enero en la que lo único que apetecía era estar en casa calentito, arropado en el sofá con una buena manta, Asunción se encontraba precisamente en esta posición y disfrutando de un café recién hecho, mientras repasaba con ilusión una lista de nombres que estaba preparando. María que ya había terminado sus tareas, se acercó a ella para compartir un poco de charla ligera con su madre a la que admiraba por muchas razones. Héctor aún no había vuelto del despacho y según las últimas noticias que tenía, aún tardaría en regresar a casa pues Bonilla lo había convencido para preparar allí un operativo de seguimiento exhaustivo de uno de sus últimos casos, el de un empresario de la construcción corrupto que presuntamente había dejado a miles de familias sin sus viviendas a medio construir y habiéndose embolsado varios millones de pesetas de las cuantiosas letras que estos religiosamente pagaban mes a mes y que habían visto como su dinero se iba a otros destinos que nada tenían que ver con las prometidas viviendas para las que llevaban años ahorrando de su trabajo diario. La revista “A media voz” también se había hecho eco de esta estafa, habían publicado varias entrevistas con familias afectadas, y ahora el empresario estaba en busca y captura, aunque según las últimas pesquisas efectuadas por el despacho de detectives “Perea y Bonilla” parece que no había abandonado España por el momento y eso hacía más fácil tenerle vigilado en cuanto a sus movimientos. La asociación formada por las familias afectadas por la estafa había contratado al despacho de detectives con la esperanza de poder hacer justicia y de poder al menos recuperar el dinero invertido si no conseguían que sus viviendas se acabaran finalmente. Héctor y Bonilla disfrutaban aún más de su trabajo sobre todo cuando el objetivo final era luchar por una causa justa, y ésta lo era sin duda, por eso ponían todo su empeño y los medios disponibles a su alcance para lograr llegar a buen puerto).

María: (observando a su madre) ¿Qué es esa lista mami...?
Asun: Ah... es la lista de invitados que estoy pensando para la fiesta de tu padre...
María: ¿La fiesta... qué fiesta...?
Asun: La del 50 cumpleaños de tu padre, tesoro... ya sabes que papá cumple los cincuenta el próximo mes de Febrero, y sin duda es una ocasión especial y perfecta para rendirle una fiesta y celebrarlo por todo lo alto...
María: ¿Crees que le gustará, mamá...? ya sabes que a papá no le gusta demasiado cumplir años... siempre dice que se siente mayor...
Asun: Bah, eso son tonterías... tu padre está en una edad estupenda... y cada día está más guapo y más atractivo... y se merece que ese día estemos todos juntos los que le queremos y le admiramos... esas personas especiales en su vida... y había pensado en celebrar una fiesta sorpresa donde nos reuniremos para darle el homenaje que se merece... ¿me ayudarás a guardar el secreto y a prepararlo todo...?
María: Claro que sí, mami... yo por papá lo que sea... si quieres puedo ayudarte a repasar la lista para asegurarnos que no nos dejamos a nadie...
Asun: Me parece bien, hija... toma y lee a ver si crees que me dejo a alguien...
María: (lee atentamente la lista) No... yo creo que no, están todos los que tienen que estar... y sí, creo que tienes razón, es una ocasión muy bonita para juntarnos todos y rendirle a papá un homenaje especial... pero tendremos que entretenerle como sea para que no aparezca en casa antes de tiempo...
Asun: Sí, yo había pensado que hablaras con tu hermano para que le sacara del despacho y se lo llevara a algún sitio durante un par de horas... el tiempo justo para tenerlo todo preparado y que todos los invitados estén en casa ya...
María: Claro, mamá... seguro que a Dani se le ocurrirá algo para mantenerle entretenido... ¿y cuándo habías pensado en hacerle la fiesta...?
Asun: Pues el 25 de febrero que es viernes...
María: Estupendo... pues voy a empezar a hacer llamadas para ir avisando a la gente que se reserven ese día...
Asun: Gracias, cariño, estoy segura de que va a ser un éxito y sobre todo con tu ayuda...
María: De nada mami... (le da un beso) y gracias a ti por dejarme participar activamente...

(Los días fueron pasando y los preparativos para la gran fiesta se fueron materializando, eso sí todo a escondidas de Héctor para que no sospechara nada hasta que llegara el momento preciso)

(El día de la fiesta, Héctor fue a trabajar por la mañana como de costumbre, y Asun también se fue a la oficina para no levantar sospechas, aunque en realidad se había tomado el día libre para poder ultimar los preparativos, y los niños se fueron al colegio como si fuera un día más de la semana).

(Ya por la tarde, Asun tenía la casa engalanada con algunas guirnaldas compradas para la ocasión, y los invitados que iban llegando fueron aportando también su granito de arena trayendo diferentes cosas de comer y beber para ayudar a Asun y que ya que ponía la casa y se iba a juntar mucha gente que no tuviera que trabajar demasiado en la cocina)

(Hasta la casa de los Perea Muñoz se acercaron los Asturianos al completo, Felisa y Trino junto con Irene, Miguel, Estrella y el pequeño Diego, Bonilla y Matilde junto a sus hijos Javier y Sergio, Aurelia y Gustavo con Clara y los mellizos Marta y Raúl, Julio, el director de la revista, y hasta el emérito comisario Vallejo acompañado de su esposa Laura quienes tras la jubilación de Vallejo del cuerpo pasaban largas temporadas en la costa pero habían regresado a tiempo ya que no querían perderse la gran fiesta dedicada a Héctor Perea).

(Daniel hizo todo lo posible para tener entretenido a su padre durante unas horas, y aunque no estaba seguro de si su padre sospechaba algo como buen detective que era, en realidad ya la daba igual si todo terminaba de la mejor manera posible. Héctor insistió a su hijo en que ya estaba cansado de dar vueltas por medio Madrid y que lo que más le apetecía del mundo era llegar a casa, cambiarse de ropa y disfrutar de una buena copa de coñac acompañado de su familia)

(Héctor y Daniel llegaron a casa un poco antes de lo previsto pero afortunadamente todo estaba más o menos preparado y todos los invitados ya estaban allí con sus copas de champagne preparadas y las luces apagadas para esperar y recibir al homenajeado como se merece)

(Cuando llegaron a la plaza, y Héctor vio que no había luz en las ventanas de su casa le extrañó ciertamente que no hubiera nadie en la vivienda pues pensaba que Asun y María ya debían de estar allí, sobre todo porque teniendo en cuenta el frío que hacía tampoco era como para estar en la calle, pero también se le ocurrió que igual se habían marchado a hacer unas compras).

(Al meter la llave en la cerradura y comprobar que no estaba echada ya se extrañó un poco más pues suponía que de no haber nadie en casa se habrían marchado cerrando la puerta con llave)

(Fue justo en ese momento cuando se encendieron las luces del salón todas a la vez y Héctor vió un buen montón de caras conocidas, todas ellas con una copa de champagne en la mano y cantando el cumpleaños feliz. Su reacción fue la de cualquier persona en una situación así, asombro y emoción al tiempo que una gran alegría por la sorpresa recibida)

(Héctor buscó con la mirada a su esposa, ya que sabía que ella era la artífice de todo este desmadre tan bien preparado. La encontró justo al lado de una de las cortinas que daban a la terraza principal observándole con una gran sonrisa)

(Sólo bastó un intercambio de miradas para entender el mensaje. Héctor estaba sorprendido y emocionado, y Asun lo sabía. Había conseguido su objetivo de hacerle feliz una vez más. Y eso que no era fácil sorprender a Héctor, ya que Héctor no era un hombre de sorpresas precisamente, al menos para recibirlas porque a la hora de darlas, era de lo más detallista y siempre cuidaba con total precisión y mucho mimo todos los cabos para que la persona a la que intentaba sorprender se sintiera en aquel instante la más especial del mundo. Pues bien, hoy el sorprendido era él y se sentía muy feliz de que su esposa a la que tanto amaba hubiera sabido preparar todo aquel tinglado sin levantar sospechas).

(Durante toda la fiesta, Héctor charló, bebió y comió con todos los invitados, departiendo con unos y con otros y reuniéndose con los diferentes grupos que se habían formado alrededor de la estancia para entablar conversaciones, brindar y disfrutar de la fiesta).

(Los niños también disfrutaron de la fiesta, todos reunidos, a veces enfrascados en juegos y otras mezclándose en las conversaciones de los invitados)

(Al término de la fiesta y una vez acabadas las viandas, incluidas la tarta y los pasteles, los invitados fueron poco a poco retirándose, felicitando al homenajeado y dando las gracias a la anfitriona por tan buen recibimiento y por tan fantástica fiesta y tan bien organizada. Matilde, Aurelia y Estrella ayudaron a Asun a recoger algunas cosas en la cocina para que la buena de Asun no tuviera tanto que limpiar después)

(Pasada la medianoche, ya se habían retirado todos los invitados y quedaron el matrimonio a solas con los chicos, porque no se podría decir ya que María y Daniel son niños precisamente)

Daniel: ¿Te ha gustado papá, te lo has pasado bien...?
Héctor: Ha sido muy divertido, campeón, una fiesta maravillosa, y la organización estupenda...
Daniel: Pues eso díselo a María y a mamá que son las que lo han hecho posible y se han pegado una gran paliza...
Héctor: Ya lo sé hijo...
María: ¿Ha estado bien, verdad papá...? yo al principio cuando me lo propuso mamá no estaba muy segura de si te iba a gustar porque como sé que no te gusta cumplir años...
Héctor: Tienes algo de razón, princesa, pero la verdad es que cumplir años así no me importa en absoluto... y os agradezco de corazón que me hayáis preparado algo así... y de verdad que ha sido toda una sorpresa, no esperaba nada y me lo habéis dado todo... muchas gracias, hija...
María: Me alegro que lo hayas pasado bien papi, y ahora éste y yo nos vamos a la cama porque me imagino que querrás quedarte un rato a solas con mamá, disfrutando del momento...
Héctor: (sonriendo a su hija) Que bien me conoces, princesa... (les da un beso a sus dos hijos) sí, me quedaré un rato aquí con vuestra madre, que después de la paliza que se ha pegado, seguro que agradecerá unos cuantos mimos por mi parte...

(Asun entra en el salón tras acabar de fregar la última copa y dejar la cocina más o menos apañada tras el torbellino de la fiesta. Héctor observa a su mujer con una sonrisa y acude a su encuentro cobijándola entre sus brazos)

Héctor: (dándole un emotivo beso) Te quiero... te quiero tanto...
Asun: Y yo a ti, cariño... pero es que te lo mereces todo y quería sorprenderte con algo especial...
Héctor: Y lo has conseguido... jamás me he sentido tan feliz rodeado de tanta gente... bueno sí, el día que nos casamos... ese fue el día más feliz de mi vida... y volvería a casarme contigo una y mil veces si hiciera falta...
Asun: (sonriendo emocionada) Yo también, me casaría contigo todas las veces que quieras... soy tan feliz a tu lado...
Héctor: No esperaba ver a tanta gente a la que quiero reunidos en casa todos juntos, y desde luego que no sé como has conseguido convencer a Vallejo... estoy seguro de que en esta época de frío debía de estar en la gloria en su casa de la costa valenciana...
Asun: Ya sabes que yo puedo llegar a ser muy persuasiva y cuando me propongo algo no paro hasta conseguirlo...
Héctor: Sí.... de eso doy fe... (le da otro beso) supongo que entonces no te opondrás a la idea de seguir celebrando mi cumpleaños de una forma también muy especial aunque diferente...
Asun: (le devuelve el beso y empieza a desabrochar divertida los botones de su camisa) Lo estoy deseando... ¿vamos...?
Héctor: ¡Vamos...! (coge en brazos a su esposa que se ríe a carcajadas y se la lleva directamente al dormitorio para continuar allí de una forma más íntima su particular fiesta)

(Los dos disfrutan de una manera muy especial del fin de fiesta con traca exclusiva de fuegos artificiales no apta para todos los públicos)

martes, 30 de junio de 2015

Capítulo 99 - Recordando viejos tiempos (Octubre de 1971)


(Finales de Octubre de 1971. Los meses fueron transcurriendo con normalidad para nuestros protagonistas. El verano fue muy divertido, pues pasaron unos días en la playa de Gandía donde pudieron disfrutar del sol, los baños de mar, las comidas y cenas en las terracitas del paseo, las paellas, el descanso, los obligados helados y horchatas al atardecer)

(También pasaron unos días junto a la familia Bonilla en el chalet que sus mejores amigos poseen en Villalba, en la sierra, donde pudieron disfrutar de paseos en plena naturaleza, caminatas por senderos en el campo, barbacoas al atardecer y divertidos juegos y charlas en buena compañía)

(Asimismo aprovecharon para pasar una semana también en Valdemorillo, el pueblo de Asun y sus padres, donde invitaron también a Aurelia y Gustavo con toda su prole y donde nuestros protagonistas pudieron compartir unos días en buena compañía también de Miguel y Estrella que junto al pequeño Diego veranean allí de forma habitual y que por su forma de ser y sus aficiones durante el resto del año son poco dados a salir con los amigos de Asun y Héctor, por lo que es durante las estancias en el pueblo cuando Asun tiene la oportunidad de departir con su hermano y su cuñada más profundamente y tener un trato más continuado para ponerse al día en sus respectivas vidas).

(Una vez pasado el verano, la familia Perea volvió a la rutina cotidiana de trabajo y estudios. Asun ya había superado entonces por completo todas las secuelas que arrastraba por aquella mala experiencia vivida a principios de año y ahora se dedicaba a disfrutar de su familia y de su trabajo y a volcarse en ellos para devolverles todo el cariño y apoyo que le habían brindado a ella en sus malos tiempos)

(Una tarde de finales de Octubre, Héctor reposaba en el sofá de casa. Asun había salido a hacer unas compras acompañada de sus hijos. Daniel necesitaba unas zapatillas deportivas nuevas y María quería mirar una cazadora que había visto anunciada en Galerías Preciados y que le había gustado desde el primer momento y consiguió convencer a su madre y a su hermano para ir a mirar escaparates. Dani era muy perezoso para comprar pero en esta ocasión y dado que necesitaba probarse las zapatillas para acertar con el número preciso de pie, no puso demasiadas pegas en acompañar a su madre y a su hermana a mirar tiendas y a hacer “cosas de chicas” como él lo llamaba divertido cuado quería hacer de rabiar a su hermana, uno de sus deportes favoritos)

(Durante la tarde de compras, Asun aprovechó para compartir con sus hijos algunas ideas que le venían a la cabeza para ir preparando dentro de unos meses una sorpresa muy especial para su marido. Al año siguiente, concretamente en el mes de Febrero, Héctor cumpliría 50 años, fecha que ella consideraba muy especial y para la que quería organizar una gran fiesta rodeada de toda su familia y amigos. De hecho quería contar con algunos antiguos jefes y compañeros de la policía de Héctor, aquellos que le estimaban y con los que Héctor colaboraba a veces en sus investigaciones, especialmente con el cascarrabias de Vallejo, un gran tipo y un gran policía y comisario, que aunque ya disfrutaba de su merecida jubilación desde hace varios años, no dudaba en echar una mano a Héctor siempre que lo necesitara, aspecto que a veces exasperaba a su esposa Laura, quien con la boca pequeña se quejaba de que a su marido no le dejaban descansar ni jubilado, aunque en el fondo se enorgullecía de que siguieran contando con él para resolver ciertos casos y para mantenerle en forma)

(Al llegar a casa, Asun y sus hijos corrieron a ver a Héctor quien estaba enfrascado en la lectura de un viejo libro que había encontrado perdido en un cajón)

Asun: (dándole un amoroso beso) ¡Hola cariño...!
Héctor: (devolviendo el beso) Hola...
María:¡Hola papi...! ¡mira que cazadora más bonita me ha comprado mamá...!
Héctor: Sí que es bonita, hija, sí...
Dani: ¡Papá, papá... y mira estas deportivas relucientes...! las otras me estaban ya un poco pequeñas...
Héctor: Normal hijo, si es que creces a una velocidad de vértigo... ojalá el tiempo se detuviera un poco y no crecieráis tan deprisa... a veces siento que me estoy perdiendo muchas cosas...
Asun: Anda, exagerado, que eres un exagerado... ¿qué haces...?
Héctor: (mostrándole el libro) Pues releyendo este viejo libro que encontré por ahí perdido y olvidado en un cajón...
Asun: ¿De qué es...?
Héctor: “Las aventuras de Hercules Poirot”, de Agatha Christie...
Asun: Mmmm... buen libro, muy típico, señor detective...
Héctor: Pues lo he encontrado de casualidad... estaba buscando una gamuza que solía guardar yo para abrillantar la pistola... he aprovechado para limpiarla ahora que no estábais en casa, sobre todo por los niños... ya sabes que no me gusta coger el arma cuando ellos están en casa...
Asun: Lógico...
Héctor: Y en el fondo del cajón estaba este libro, regalo de un antiguo compañero... bueno, en realidad mi mentor, el gran inspector Manzanares... ¡que recuerdos...!
Asun: Ya, y como si lo viera, te ha dado por ponerte a pensar en el pasado, a añorar otros tiempos, ¿verdad...?
Héctor: Como me conoces, cariño...
Asun: Son ya muchos años, Héctor... si algo he aprendido compartiendo contigo todos estos años es a saber exactamente lo que piensas por la cara que pones en cada momento...
Héctor: Pues precisamente por eso, Asun... son muchos años, demasiados...
Asun: ¿Qué quieres decir...?
Héctor: Pues que este libro me ha recordado lo viejo que soy ya...
Asun: (acariciándole con dulzura) Tú no eres ningún viejo, cariño... simplemente vas cumpliendo años como todo el mundo...
Héctor: Ya... y el próximo año ya cumplo los 50... ¿no te parece eso ser un viejo...?
Asun: En absoluto... estás en lo mejor de la vida... eres un hombre maduro, interesante y muy guapo... (le besa primorosa)
Héctor: No me hagas tanto la pelota, anda, que no lo merezco...
Asun: Venga, Héctor, no exageres... te lo estoy diciendo de verdad... tu no eres ningún viejo por mucho que te empeñes... fíjate en mí, yo tampoco soy una niña, ya voy a cumplir los 35 el año que viene...
Héctor: Pues eso, una niña, para mí siempre serás una niña... eso sí, la niña más hermosa del mundo, y una mujer fuerte, luchadora, con carácter...
Asun: A ti siempre te han gustado las mujeres con carácter... o al menos eso me decías cuando intentabas ligar conmigo, aunque pusieras a Bonilla de pantalla... ¿creías que no me daba cuenta...?
Héctor: (sonriendo) ¿Tanto se me notaba que estaba loco por ti...?
Asun: (riéndose) Un poco...
Héctor: Ahora verás...

(El feliz matrimonio empezó una guerra de besos y cosquillas a partes iguales a la que se unieron los niños en cuanto empezaron a oír las carcajadas de sus padres desde su habitación. Los cuatro se enfrascaron en una divertida batalla campal que se prolongó unos minutos hasta la hora de cenar)

(Durante la cena que compartieron todos sentados a la mesa, mantuvieron una entretenida charla sobre otros tiempos y viejos recuerdos)

Dani: Me gustaría poder leer ese libro con las aventuras de ese detective, papá... tiene que ser muy interesante, y seguro que se parece a ti...
Asun: El libro está bien, Dani, pero el protagonista es muy diferente a vuestro padre, él era un tipo más bien solitario y aburrido...
Héctor: A lo mejor es el destino que me tenía preparada la vida, de no haberte conocido, cariño...
Asun: Afortunadamente, la vida me puso en tu camino, y desde entonces he sido la persona más feliz del mundo...
María: ¿Quién te regaló ese libro, papi...?
Héctor: Un viejo compañero de profesión, un excelente policía e investigador... el inspector Manzanares...
María: ¿Fue tu jefe o algo así cuando estabas en la policía...?
Héctor: Sí, de hecho, fue quien me trajo a la comisaría de Chamberí para cubrir una plaza vacante, era un gran hombre, íntegro como pocos y con una gran personalidad... él me enseñó a ser un buen policía y mejor detective...
María: ¿Murió...?
Héctor: Si, hija, hace ya muchos años... un cáncer de estómago se lo llevó por delante en pocos meses y lamentablemente pude trabajar a su lado muy poco tiempo, fue una gran pérdida para el cuerpo de policía aunque no muchos supieran reconocer su labor... yo siempre le estuve muy agradecido por todo lo que me enseñó, la oportunidad que me díó de cumplir mi sueño... aunque luego las cosas no salieron exactamente como yo hubiera querido, pero ya se sabe, las envidias y el poco compañerismo que había en el cuerpo y que de hecho sigue habiendo, hicieron el resto...
María: ¿Te has acordado de él al ver el libro, verdad...?
Héctor: Sí... que tontería, ¿no...? me ha dado por ponerme nostálgico y echar la vista atrás... todo lo que me ha pasado, lo que podría haber cambiado y no pude...
Asun: Pues yo no cambiaría ni un ápice todo lo que he vivido, especialmente desde el día en que te conocí... creo que las cosas ocurren por algo... todos tenemos un destino, y una misión que cumplir en la vida, y conocerte es lo mejor que me ha pasado...
Héctor: En eso estoy de acuerdo... desde que te conocí, soy mejor persona, soy un hombre feliz, contento con mi trabajo y con mi vida, me siento realizado, tengo una familia maravillosa que me cuida y me quiere como el que más... pero a veces me da por pensar en que habría sido de mí si no hubiera abandonado el cuerpo de policía...
Asun: Eso nunca lo sabrás, cariño... en la vida se toman decisiones la mayoría de las veces sin saber si las consecuencias serán o no mejores o peores, y hay que arriesgarse... el que no arriesga no gana... y en nuestro caso, yo estoy muy orgullosa de las decisiones que hemos tomado y no me arrepiento de haber renunciado a algunas cosas, porque sin duda he salido ganando... y la prueba está aquí, en lo felices que somos y en la familia que hemos formado y que tenemos...
María y Dani: ¡Así se habla mami...! ¡os queremos tanto a ti y a papá...!

(Los cuatro se cogen de las manos y se abrazan antes de seguir disfrutando de una opípara cena en familia)

(Ya después de cenar, Héctor y Asun se sientan en el sofá a departir un poco una vez que los niños ya se han acostado y duermen felices en sus respectivas habitaciones)

Héctor: (pensativo) ¿Sabes...? aún me acuerdo del día que Bonilla llegó por primera vez a la comisaría de Chamberí... yo ya por entonces era comisario y Beltrán era el inspector que trabajaba bajo mis órdenes... aunque hubo una época en que fuimos grandes amigos y trabajábamos codo con codo, todo eso cambió cuando me ascendieron a mí siendo más joven y no a él... nunca me lo perdonó y por eso me lo pagó convirtiéndose en un espía a sueldo de las más altas instancias de la policía... no paró hasta conseguir que mi jefe me pusiera entre la espada y la pared, cuando me dio un ultimátum y me quiso destinar a Tetuán...
Asun: Pues menos mal que al final no aceptaste el traslado y renunciaste...
Héctor: En este caso he salido ganando con aquella decisión, pero nunca se sabe que habría pasado de haber aceptado aquel destino...
Asun: Héctor... uno nunca sabe que hubiera pasado si hubiera tomado otro camino en la vida, podría ser mejor o peor, pero eso nunca lo sabremos... por eso hay que saber valorar lo que tenemos ahora en el presente, y lo que hemos conseguido, y no lamentarse por lo que habríamos podido lograr de haber hecho otra elección... es lo que te decía antes...
Héctor: Cuanta razón tienes, cariño, pero a veces no puedo evitar pensar en otras opciones del pasado... bah, no me hagas caso, cuando me pongo mochales es para darme de comer aparte...
Asun: En absoluto... yo te quiero tal y como eres... (le da un amoroso beso) pero anda, cuéntame lo de Bonilla, su llegada triunfal a la comisaría de Chamberí... eso me interesa...
Héctor: Pues resulta que nos lo habíamos cruzado en la plaza justo al salir del Asturiano... Beltrán y yo salíamos de tomar un café del bar de tus tíos y ahí estaba el pipiolo de Bonilla jugando al fútbol con unos chavales... como un crío más... tan entusiasmado estaba que sin querer uno de los balones salió disparado golpeando a Beltrán en la pechera del traje...
Asun: No me quiero ni imaginar la cara de ese tal Beltrán por el golpe recibido...
Héctor: Exactamente... estaba hecho una furia... le había estropeado uno de sus mejores trajes y la bronca que se llevó el pobre Bonilla fue de aupa... cuando volvimos a comisaría y unos minutos después apareció de nuevo aquel joven preguntando por mí, no me lo podía creer... le habían destinado desde la Central para cubrir un puesto vacante en la comisaría... recién salido de la Academia... la situación fue de lo más cómica, aunque imagino que Bonilla estaría hecho un flan...
Asun: (riéndose) Desde luego, fue una entrada triunfal... por la puerta grande...
Héctor: Y tanto... unos días después, Beltrán se dedicó a enseñar a Bonilla todo el trabajo que se hacía en comisaría y entre ellos se repartían los casos, informándome de todo lo que se preparaba para su abordaje... también recuerdo el día que el cabrón de Beltrán convenció a Bonilla de que una de las tradiciones de la comisaría era la de beberse una petaca entera de whisky o coñac para poder entrar en el club de los policías de verdad... el chico no sabía beber y claro... ¡se agarró una melopea de aúpa...!
Asun: ¿En serio...? ¡ay, pobre...! que malo era Beltrán...
Héctor: De las peores personas que he conocido Asun... vengativo y rencoroso como pocos y con ganas de trepar a costa de lo que fuera sin tener apenas méritos... era buen policía, pero sus métodos dejaban mucho que desear... cuando yo renuncié a mi puesto en la policía, él fue inmediatamente nombrado comisario en mi lugar y tuvimos varios encontronazos cuando yo abrí mi despacho de detectives... y Bonilla lo pasó fatal el tiempo que permaneció junto a él en comisaría... hasta que también decidió marcharse de allí y se vino a trabajar conmigo... y desde entonces se ha convertido en mi mejor amigo, y mi mejor compañero de fatigas, mi socio... lo que ha tenido que aguantarme el pobre...
Asun: (acariciando el pelo de su marido) Y seguro que lo ha hecho con gusto... se nota la gran complicidad que siempre ha habido entre vosotros desde que os conozco... recuerdo cuando se fijó en mí y se empeñaba en invitarme a sitios para que saliera con él... yo ya no sabía como decirle que no, que no me apetecía... en el fondo lo que me pasaba es que aunque me costó mucho reconocerlo, a mí solo me gustabas tú... pero no sabía como acercarme a ti y como aceptar que estaba enamorada... pero bueno, fue una época divertida y digna de recordar... ¡y bien está lo que bien acaba...! ¿no te parece...?
Héctor: Por supuesto... el día que tú te fijaste en mí fue uno de los mejores de mi vida... fue como un sueño... y desde entonces no he dejado de soñar...
Asun: No es un sueño, cariño... es real... (pellizcándole divertida)
Héctor: ¡Auu...!
Asun: ¿Lo ves...? para que sientas que no estás soñando... ¿nos vamos a dormir...? estoy que me caigo... (besándole en la frente)
Héctor: De mil amores... vamos...

(Los dos se cogen de la mano y levantándose del sofá se dirigen hacia su dormitorio para pasar una nueva noche juntos y abrazados como tortolitos que son).

lunes, 18 de mayo de 2015

Capitulo 98 - Reflexiones con Felisa (Junio 1971)


(Unos cuantos días después de esta maravillosa experiencia compartida junto a su adorado marido, Asun se sentía pletórica, estaba muy feliz porque desde hacía algunas semanas le atormentaba la idea de no saber si estaba preparada para poder compartir con Héctor ciertas experiencias íntimas que los dos necesitaban y con las que ambos disfrutaban mucho. Aunque Asun sabía que su marido la apoyaba absolutamente en todo y también sabía que la esperaría todo lo que fuera necesario hasta que ella estuviera preparada, en algunas ocasiones le rondaba por la cabeza las palabras de su madre, quien le había transmitido sus inquietudes e incertidumbre acerca de ciertas cuestiones maritales. En el fondo Asun no quería creer que lo que su madre le insinuaba, pudiera llegar a producirse. Ella conocía muy bien a Héctor y sabía que su marido le era absolutamente fiel, pero a veces la cabecita de Asun pensaba demasiado y le daba demasiadas vueltas a las cosas. Eso era un defecto que ella reconocía que tenía y que Héctor a veces también le hacía notar y era el principal motivo de las escasas discusiones que solía tener la pareja)

(Cuando por fin se atrevió a dar el paso y consiguió entregarse a su marido y superar sus reticencias y sus miedos, se sintió aliviada y comprobó una vez más que su marido como siempre, la quería con locura y que solo tenía ojos para ella. Sumida en esos felices pensamientos, recordaba ahora sí esa conversación mantenida con su madre un par de semanas antes)

(Felisa salió al descansillo de la portería justo cuando Asun venía de la calle para coger el ascensor y subir a casa)

Felisa: ¡Asun, hija...! ¿adónde vas con tanta prisa...?
Asun: ¡Ay, hola madre, no la había visto...!
Felisa: Normal... siempre vas tan volada a todas partes que ya ni siquiera te veo el pelo... ¿tienes tiempo de entrar un rato y tomarte un café conmigo y charlamos las dos...? hace tiempo que no lo hacemos...
Asun: (mirando su reloj) Sí... supongo que sí... Héctor está arriba con los niños, que me imagino estarán estudiando, ya que tienen los exámenes finales a la vuelta de la esquina...
Felisa: Pues pasa, anda, y hazme compañía... es que tu padre tampoco para en casa, hija, y me apetece disfrutar de tu compañía aunque sea un rato...
Asun: Está bien, madre... déjeme un momento que le de un toque a Héctor para decirle que estoy aquí abajo con usted, no vaya a ser que se preocupe, ¿de acuerdo...?
Felisa: Sí, claro, ve... voy haciendo los cafés...

(A los pocos minutos, Asun se sienta en el sofá de la casa de sus padres junto a la mesita para degustar un café recién hecho y charlar un rato con su madre)

Felisa: ¿Sabes, hija...? echaba de menos tener un momento contigo... prácticamente no coincidimos...
Asun: Sí, es verdad, madre... pero ya sabe que mis horarios son complicados y quiero pasar tiempo con los niños y con Héctor, claro...
Felisa: ¿Vendréis este verano al pueblo aunque solo sea unos días...?
Asun: (cogiéndola de la mano) Por supuesto, madre... haremos un hueco... aún no tenemos del todo planeadas las vacaciones, depende un poco de las notas que saquen los niños al final del curso... este año ha sido muy agitado... Dani con la operación perdió algunas clases y aunque ha recuperado el tiempo perdido pero no me gustaría que aflojara justo ahora al final... desde que ha empezado el Bachillerato tiene mucho más que estudiar, y María ya tiene 13 años, y los exámenes finales de cuarto y encima con la Reválida... está la pobre muy nerviosa... su padre la está ayudando mucho a concentrarse para ese examen... así que no sé adonde iremos este verano, si le digo la verdad, pero indudablemente pasaremos por la playa unos días, seguramente iremos con la familia Bonilla y desde luego recalaremos en el pueblo, aunque no le puedo decir todavía cuando exactamente...
Felisa: De acuerdo, hija, pues ya me dirás, me gusta veros a todos reunidos a la mesa, prepararos comidas ricas, ejercer de abuela con los muchachos, porque ya no son niños, hija, el tiempo pasa y cada vez están más grandes...
Asun: (tomando el café) Sí, es cierto, madre... el tiempo pasa deprisa para todos... a veces más de lo que me gustaría...
Felisa: A mí me lo vas a decir, hija... que cada año me siento más vieja...
Asun: No diga eso, madre... usted está en plena forma y aún le quedan muchos años de tener que aguantarnos y echarme una mano de vez en cuando que ando a mil por hora...
Felisa: Eso te iba a decir, hija, ¿de dónde venías ahora...? porque del trabajo no creo...
Asun: Pues no, madre, venía de la consulta de la psicóloga... la verdad es que me está viniendo muy bien madre, y me está ayudando mucho a centrarme, a controlar mis pensamientos y a reconducir mi vida...
Felisa: Yo no sé como tienes más confianza para contarle a una extraña cosas tan tuyas, tan íntimas, en vez de hacerlo con tu familia, y sobre todo con tu marido, que al fin y al cabo es la persona con la que compartes tu vida...
Asun: Y lo hago, madre... a Héctor también le cuento mis cosas... de hecho fue él quien me convenció para que visitara a una especialista que me ayudara a superar mis miedos, mis inquietudes y desde luego me está viniendo muy bien... ahora cada vez me siento más segura de mí misma y de lo que quiero y lo que necesito...
Felisa: ¿Y Héctor que opina de esto...?
Asun: Él me apoya siempre, me pregunta cómo voy con las sesiones, y también él está notando como voy mejorando... dentro de poco estaré preparada para dar el siguiente paso...
Felisa: ¿A qué te refieres, hija...?
Asun: ¿Pues a qué va a ser, madre...? (bajando un poco la mirada) a intimar con Héctor... llevamos muchos meses sin hacerlo... bueno, desde que me pasó, ya sabe... y él ha sido muy paciente conmigo, pero creo que ya va siendo hora de que retomemos ciertas cosas especiales...
Felisa: Pues conociéndole, imagino que tiene que estar como una fiera enjaulada...
Asun: No sé por que dice eso, madre...
Felisa: Pues porque los hombres tienen necesidades, Asunción... y si la mujer que tienen en casa no les alivia de vez en cuando, es muy posible que vayan a buscarlo en otra parte...
Asun: (negando con la cabeza) No, madre... usted sabe perfectamente que Héctor no es de esa clase de hombres, parece mentira que no le conozca después de tantos años...
Felisa: Puede que no lo conozca tanto como tú, por supuesto, pero lo que sí sé es que Héctor ha corrido mucho a lo largo de su vida, y tú no has sido ni de lejos la única mujer con la que ha estado...
Asun: (poniéndose seria) Lo sé perfectamente, madre... no hace falta que me lo recuerde... sé muy bien que Héctor estuvo con otras mujeres antes de casarse con Teresa, y también cuando ella le dejó y se quedó solo, pero desde que estamos juntos, jamás me ha sido infiel, jamás ha estado con ninguna otra mujer y jamás me ha dado motivos para pensar cosas raras, eso que quede muy claro...
Felisa: Vamos a ver, Asunción... a lo mejor no me he expresado con claridad o tú no me has entendido, yo no pretendo ofender a tu marido, válgame Dios, y tampoco pretendo sembrar las dudas en tu matrimonio... lo único que digo es que tengas cuidado... los hombres no son de piedra... y es muy fácil caer en la tentación... la paciencia tiene un límite y si tú no se lo pones fácil, es bastante probable y también comprensible que quiera ir a desfogarse a otro lado... y si eso ocurriera tampoco debes tenérselo en cuenta ni echárselo en cara...
Asun: (levantándose enfadada) Me parece que ya he oído suficiente por hoy... y desde luego parece mentira, madre... pero si no quería ofender, desde luego lo ha conseguido, no solo a Héctor, sino a mí también... Héctor me adora y jamás me haría algo así... y me voy a marchar porque no pienso seguir discutiendo tonterías y cosas absurdas...
Felisa: (saliendo detrás de Asun) ¡Asunción, hija...! ¡espera... no te enfades...! yo sólo te estaba advirtiendo, no quiero que tengas problemas con Héctor por mi culpa... sé que es un buen hombre y que te quiere mucho, es solo que no quiero que sufras...
Asun: Yo no sufro madre... y no voy a permitir que nadie me haga dudar sobre mis sentimientos hacia mi marido... yo le quiero, le amo con todas mis fuerzas y él también a mí y me lo ha demostrado sobradamente todos estos años, así que no sé a que viene ahora esto... mejor me voy porque al final me voy a terminar enfadando con usted y no quiero... yo la respeto como madre pero preferiría que no opinara sobre mi matrimonio porque no tiene ni idea...
Felisa: Está bien, Asunción, seguramente tienes razón y no tengo ni idea, soy vieja e ignorante en lo que a estas cuestiones se refiere, yo sólo trataba de advertirte, lo he hecho con la mejor intención, pero está claro que no ha sido una buena idea...
Asun: (muy enojada) No, desde luego que no ha sido una buena idea, y le agradecería que en esas cuestiones se mantuviera al margen a partir de ahora... ¿está claro...?
Felisa: Clarísimo, hija, cristalino... yo no volveré a opinar de temas tan personales que pertenecen a tu vida íntima a no ser que tú me lo pidas... y por favor, no me lo tengas en cuenta... perdóname, hija, si te he ofendido a ti o a tu marido... no era mi intención...
Asun: Está bien, acepto sus disculpas, pero prométame que no lo volverá a hacer...
Felisa: (besándose las yemas de los dedos) Te lo prometo... palabrita del niño Jesús...
Asun: Bien... y ahora me subo para casa para estar con mi familia... ya nos veremos...
Felisa: Sí, muy bien, adiós, hija...

(A pesar de que Asun no quería dejarse influir por esa conversación “envenenada” que había mantenido con su madre, su cabecita pensante no podía dejar de dar vueltas, y de hecho Héctor le había notado algo más seria que de costumbre y le había visto más cabizbaja de lo normal después de aquello, aunque tampoco quiso darle mucha importancia. Suponía que Asun y Felisa habrían tenido alguna pequeña discusión o diferencia de opiniones, él sabía que las dos tenían mucho carácter y tampoco quiso meter el dedo en la llaga más de lo necesario porque sabía que siempre lo terminaban arreglando).

(Cuando semanas después, Asun se entregó a su marido con la misma pasión de siempre y liberó sus miedos y sus dudas, su mente se vió absolutamente aliviada. No solamente había vuelto a demostrar su teoría de la completa fidelidad de su marido hacia ella y del amor incondicional que ambos se tenían, sino que además su autoestima se vió reforzada tras comprobar que era capaz de seducir a su marido con la misma fuerza de siempre, que su marido seguía deseándola hasta las últimas consecuencias y que era capaz de despertar en él la felicidad más absoluta, y eso la hacía sentirse bien)

(Por esa razón, no dudó en charlar de nuevo con su madre para arreglar el desencuentro que habían mantenido la vez anterior y aclarar los malentendidos surgidos)

Asun: Madre, ¿podemos hablar...? me gustaría comentarle algo importante...
Felisa: Claro, hija, pasa si quieres...
Asun: Quería hablarle de algo... relacionado con la discusión que mantuvimos el otro día, respecto a Héctor y a mí...
Felisa: Asun, hija, no hace falta que me cuentes nada... tú tenías razón y yo estaba completamente equivocada de medio a medio, y lo siento mucho... te pido disculpas de nuevo...
Asun: ¿Y cómo sabe lo que voy a decirle...?
Felisa: Porque llevas la palabra felicidad escrita en la cara... se nota que entre Héctor y tú ha habido más que palabras la otra noche, ¿me equivoco...?
Asun: (moviendo la cabeza) No, esta vez no se equivoca, madre... anoche Héctor y yo tuvimos algo muy especial, y también muy bonito... recuperamos algo que yo creía un poco perdido, y me he dado cuenta de lo mucho que le echaba de menos en ciertos aspectos...
Felisa: Pues me alegro mucho, hija... últimamente me tenías preocupada y yo reconozco que no estuve nada acertada con mis insinuaciones... solo me gustaría que no me lo tuvieras en cuenta... si yo en el fondo sé que tienes un marido que te adora y que se esfuerza por hacerte feliz... el marido que te mereces, hija, porque has luchado mucho para llegar adonde estáis, te lo digo de verdad...
Asun: Héctor es la mejor persona que conozco... el mejor hombre del mundo... y sí, me hace realmente feliz, me llena por completo, y estoy muy orgullosa de él, de haberle conocido, de lo que he vivido con él todos estos años... y lo único que sé es que quiero seguir a su lado el resto de mi vida, aprendiendo cada día junto a él, porque cada día que pasa estoy más y más enamorada de él como él lo está de mí... anoche los dos nos sentimos tan unidos como hacía tiempo que no estábamos... fue como le digo algo especial y maravilloso...
Felisa: Pues disfrútalo mucho, hija... y quiero que sepas que yo también estoy muy orgullosa de ti... y te prometo que a partir de ahora no volveré a dudar de vuestro amor... nunca más... os apoyaré y os defenderé con uñas y dientes...
Asun: ¿Sabe una cosa, madre...? en el fondo siempre lo ha hecho... acuérdese de cuando Héctor y yo no podíamos casarnos y vivíamos “en pecado” y la cantidad de habladurías que tuvo usted que soportar en el barrio... pero supo callar muchas bocas, y al final el tiempo le ha dado la razón... yo también estoy muy orgullosa de usted, y si el otro día me enfadé tanto con usted en el fondo fue porque yo misma no estaba segura y tenía mis dudas... pero no sobre Héctor desde luego, sino sobre mí misma... no estaba segura de si iba a saber darle todo lo que se merece, todo lo que él espera de mí y si iba a ser capaz de entregarme a él por completo... y la verdad es que sí, después de lo de anoche he vuelto a recuperar la confianza en mí misma y me siento mucho mejor conmigo misma y con él por supuesto... y quiero que sepa que ya está todo superado y olvidado... y que me gusta escuchar sus consejos, madre... aunque estén un poco obsoletos en algunas cosas... la quiero mucho, madre, y no me gusta que estemos enfadadas...
Felisa: A mí tampoco, y yo también te quiero muchísimo, hija... y cuenta conmigo para lo que quieras...
Asun: Lo haré, madre, se lo prometo...

(Madre e hija se funden en un profuso abrazo muy sentido, mostrando una vez más sus sentimientos y la cercanía existente entre ambas).

sábado, 11 de abril de 2015

Capitulo 97 - Un dulce momento para Asun (Junio 1971)


(Unos meses después, Junio de 1971. A pesar de los meses transcurridos después de la terrible experiencia a la que tuvo que enfrentarse Asun con ese maleante que trató de robar en las oficinas de la redacción de A media voz y que viendo que había una mujer sola en aquel oscuro despacho quiso aprovecharse de ella y trató de cometer graves abusos deshonestos contra ella, Asun pensó que se repondría más fácilmente de aquel desagradable incidente. Asunción solía pensar que afortunadamente todo había terminado bien ya que su marido había llegado justo a tiempo de que aquel individuo pudiera cometer cualquier barbaridad, pero en ocasiones le afloraban los miedos y aún tenía pesadillas algunas noches así como dificultades para conciliar el sueño y descansar como le gustaría. Sabía que tenía a Héctor de su lado y esa era la mejor baza y el mejor bálsamo para calmar sus nervios, pero no podía evitar sentirse indispuesta algunas noches, por lo que en las últimas semanas y siguiendo las recomendaciones del propio Héctor, compartidas también por su mejor amiga Aurelia, Asun se había decidido a visitar a una doctora especialista en enfermedades de los nervios y del alma, como algunos llamaban a los psiquiatras y psicólogos. Era mejor esa denominación que la de “loqueros”, término que utilizaban otros de forma despectiva y que en la mayoría de ocasiones despreciaban su trabajo por puro desconocimiento, considerando a las personas que hacían uso de sus servicios como locos desequilibrados que no tenían solución y que habían perdido el norte en este mundo).

(En este caso, la psicóloga que estuvo ayudando a Asun a poner las cosas en su sitio de nuevo, le había sido presentada por Matilde. Al parecer, la buena doctora en psicología tenía afamada reputación por su profesionalidad y buen hacer en el círculo de amistades en el que la mujer de Bonilla se movía habitualmente. Y eso fue suficiente para que Asun se animara a probar la experiencia de conocerla e intentar abrirse con ella, intentar contarle sus preocupaciones, sus miedos y desvelos para poder superarlos. Asun consideraba que el hecho de que la psicóloga no pudiera recetarle medicamentos era mejor porque le aterraba la idea de que un médico la atufara a pastillas para dormir en vez de hablar con ella de sus problemas y tratar de llegar al origen de sus miedos para poder enfrentarse a ellos y superarlos)

(Y parece que la cosa iba funcionando porque el estado de ánimo de nuestra protagonista mejoró notablemente. Fue recuperando el apetito que había disminuido en los últimos meses y también mejoró su sueño. Ya no le costaba tanto conciliarlo y apenas tenía pesadillas nocturnas. Héctor también empezó a notar el cambio para bien que su querida esposa experimentó y se alegró mucho por ella, compartiendo a su lado las experiencias que ella le contaba, ya que en ningún momento quería dejar de lado a la persona que más amaba y a la que más necesitaba para sentirse feliz)

(Una noche, el matrimonio estaba preparándose para acostarse cada uno en su lado de la cama. Asun estaba terminando de echarse sus cremas y ya enfundada en su corto camisón de seda, se disponía a apagar la luz de su lamparita de la mesilla de noche, pero llevaba días rondando por su cabeza una conversación que quería mantener con Héctor desde hacía tiempo y consideró que aquella noche era el momento perfecto para hacerlo. Se sentía preparada para sincerarse con su marido y no quería dejar pasar más tiempo sin hacerle saber que le echaba de menos en ciertos aspectos y que deseaba recuperar cuanto antes algunas cosas que la llenaban especialmente)

Asun: Héctor... (cogiéndole la mano con delicadeza) me gustaría que habláramos...
Héctor: (pestañeando y mirándola con dulzura) Claro... dime... aquí estoy para escucharte todo lo que me quieras decir, ya lo sabes...
Asun: Es que... a ver como te lo pregunto... ¿tú me sigues queriendo igual que antes, verdad...?
Héctor: (pensativo, finalmente mueve la cabeza negativamente) No... (viendo el gesto serio en el semblante de su mujer) te quiero incluso más que antes... cada día que estoy a tu lado siento que mi amor por ti crece sin parar... y estoy muy orgulloso de ti y de tus avances con esa doctora de la que tan bien hablas...
Asun: La verdad es que estoy haciendo muchos progresos y debí hacerte caso antes cuando me dijiste que quizá necesitara ayuda profesional... gracias a ella me encuentro mucho mejor, he aprendido a controlar mis miedos y a ser más consciente de mis emociones de nuevo, también a ser de nuevo dueña de mí misma y de lo que realmente siento y necesito... y creo que ha llegado el momento de compartirlo también contigo... tú eres la pieza clave en el rompecabezas de mi vida y echo de menos algunas cosas... cosas que nos ayudaban a comunicarnos y que nos hacían sentir bien como pareja...
Héctor: (sonriendo con emoción) ¿Te refieres a que hace mucho que no compartimos un momento íntimo, verdad...?
Asun: (asintiendo, aprieta la mano de Héctor un poco nerviosa) Exacto... y antes eran sagrados para nosotros... eran una forma preciosa de llegar el uno al otro, de entendernos, de compartir, de gozar y de disfrutar de ciertos placeres que ahora echo de menos... tanto que a veces me pregunto si tú me sigues deseando...
Héctor: (apoyando la palma de su mano dulcemente sobre el rostro de su mujer) Todos los días... siempre... hace semanas que no pienso en otra cosa...
Asun: (besando la mano de su marido emocionada) Es que no quiero que creas que te rehuyo o que te rechazo, porque no es así... me gustaría poder demostrarte lo mucho que te quiero y lo mucho que te echo de menos, pero la verdad es que en estos últimos meses yo no he sido la misma de siempre...
Héctor: Ya lo sé, cariño... y me hago cargo... la experiencia tan terrible que sufriste fue muy dolorosa y aunque al final pudimos solventarla antes de que fuera demasiado tarde, es normal que te sientas impotente, que sientas rabia, dolor, frustración, miedo... ese día muchas cosas cambiaron para ti y también para mí, pero la vida me ha enseñado que hay que enfrentarse a los miedos para poder superarlos y aprender de ellos también...
Asun: Y te aseguro que en ello estoy... cada vez me siento más preparada... es cierto que he tenido pesadillas terribles con el hombre del pasamontañas y que cada vez que me acuerdo como la punta de su cuchillo se me clavaba en la espalda y luego cuando me metió el cuchillo entre las piernas mientras trataba de arrancarme la blusa, me entran escalofríos de pánico por lo que hubiera podido pasar de no haber llegado tú a tiempo... pero afortunadamente mis ataques de pánico están controlados y lo único que quiero es pasar página y recuperar nuestra vida matrimonial como solía ser... eso me haría inmensamente feliz, Héctor...
Héctor: Yo también voy a ser muy sincero contigo mi amor... y si no te he insinuado antes ninguna intención de intimar juntos no es porque no te desee... muy al contrario, estás cada día más preciosa si cabe y me muero de ganas por tocarte, abrazarte y besarte como antes, pero también soy consciente de todo por lo que estás pasando y ante todo quiero respetar tu espacio... entiendo perfectamente que necesites distancia y tiempo para reflexionar... y no te agobies con eso, por favor... tenemos toda la vida por delante para disfrutar juntos y gozar de nuestro amor... tenemos muchas cosas que nos unen para toda la vida y eso es lo más importante...
Asun: Me gustaría recuperar el tiempo perdido, Héctor... (empieza a deshacer la lazada de su camisón, dejando entrever por el escote el encaje de su sostén) y creo que este es un buen momento para hacerlo... ¿tú qué opinas...?
Héctor: Pues... (luciendo una preciosa sonrisa de complicidad) opino que cualquier momento puede ser perfecto para eso, pero éste es absolutamente maravilloso... porque te quiero tanto... te deseo tanto...
Asun: (sonriendo) Y yo a ti, cariño mío... (desliza sus manos desabrochando uno a uno de forma lenta y delicada los botones del pijama de Héctor)

(La pareja va haciéndose caricias lentas y deliciosas, probándose el uno al otro, tímidamente al principio como si fueran primerizos, y avanzando con decisión a medida que ambos se van encontrando cómodos el uno con el otro. Sus abrazos y besos crecen en intensidad y en fuerza hasta perderse completamente el uno en el cuerpo del otro. Su compenetración es absoluta y sus cuerpos y sus almas están completamente fusionadas como si fueran una sola cosa, la cosa más bella que haya existido jamás)

(Tanto ha disfrutado la pareja de este nuevo encuentro amoroso que juntos se han redescubierto a sí mismos. Habían pasado varios meses desde la última vez que habían intimado, pero lograron recuperar con creces aquella magia que creían haber perdido por el paso del tiempo. La delicadeza y la dulzura con la que Héctor manejó la situación lograron devolver a Asun una sensación de paz y de tranquilidad que hacía tiempo que no tenía y la hacían sentir de nuevo ese cosquilleo que tanto le hacía disfrutar y que tanto placer le provocaba. Olvidándose de sus miedos, Asun se entregó a la misma pasión que su marido y se esforzó por hacerle sentir que él era para ella el hombre más maravilloso del mundo y que a su lado se sentía poderosa y con ganas de amarle durante el resto de su vida).

Héctor: (acariciando el hombro de su mujer y llenándolo de amorosos besos) Te quiero mucho, mi amor... mucho, mucho...
Asun: (con lágrimas en sus ojos) Yo también, cariño... yo también...
Héctor: (un poco preocupado al darse cuenta de que su amada mujer está llorando) Cariño... ¡Asun, amor...! estás llorando... ¿por qué, ha pasado algo...? ¿he hecho algo que no te ha gustado...? yo... lo siento... yo pensaba que todo iba bien... a lo mejor me he dejado llevar por el momento y he sido un poco brusco... si te he hecho daño, te pido que me perdones, no era mi intención, de verdad...
Asun: (se vuelve a contemplar a su marido con lágrimas que le resbalan por las mejillas, acariciándole con dulzura) Shhh... tú jamás podrías hacerme daño... serías  incapaz de eso... es solo que todo ha ido muy bien... de verdad... ha sido maravilloso... tan cálido, tan sincero, tan tierno y tan cariñoso que casi se me había olvidado lo perfecta que es esta sensación... y si estoy llorando ahora mismo es por la alegría que siento de poder compartir contigo mis emociones, mis sensaciones, he sentido como mis miedos se han borrado de un plumazo cuando has empezado a tocarme, a acariciarme y a besarme de esa manera tan preciosa... cuando estamos así de unidos, me siento mucho más fuerte y siento que puedo con todo lo que se me ponga por delante... (entrelaza su mano con la de Héctor) me conoces tan bien y sabes exactamente lo que necesito en cada momento... y eso es perfecto, magnífico... y por eso te amo, Héctor... por eso y por muchas más cosas... (le besa amorosa)
Héctor: (secando sus lágrimas con una caricia) Ay, mi Asun, mi ángel maravilloso... delicada y dulce, pero también impetuosa y sincera... hay tantas cosas que me gustan de ti, te admiro tanto y tengo tantas cosas que aprender de ti todavía... nunca dejas de sorprenderme y eso me apasiona... (la besa en los labios)
Asun: Los dos aprendemos cada día cosas el uno del otro y eso es lo que fortalece nuestra relación... me encanta... (acaricia su nariz y le devuelve el beso)
Héctor: A mí también... te quiero...
Asun: Y yo más...

(Asun se recuesta feliz sobre el pecho de su marido mientras éste más relajado que de costumbre, juega con sus manos enredadas en el pelo de su querida niña hasta poco a poco quedarse profundamente dormidos hasta bien entrada la luz del alba)

sábado, 14 de marzo de 2015

Capítulo 96 - Un amargo suceso para Asun (Febrero de 1971)


(Finales de Febrero de 1971. El año no ha comenzado demasiado bien para nuestros protagonistas ya que después de lo ocurrido con Daniel y su operación de apendicitis, de nuevo, la familia Perea Muñoz tuvo que enfrentarse a un suceso duro y amargo que le ocurrió a Asun. Aquella noche del 15 de Febrero no puede olvidarla fácilmente y de hecho durante algunos meses aún tiene pesadillas y malos recuerdos de aquel aciago momento)

(Tras haber terminado su jornada de trabajo, Asun se entretuvo un poco más de la cuenta en la redacción de “A media voz”. De hecho todos sus compañeros e incluso Julio se habían marchado ya a sus respectivos hogares a disfrutar un poco de su tiempo libre, pero el destino y la mala suerte quisieron que Asun aún estuviera en la redacción cuando aquel individuo se presentó con muy malas intenciones tratando de amedrentarla y sembrando en ella un miedo atroz que aún está por superar aunque la procesión ahora ya va por dentro y Asun trata de hacerse la fuerte delante de los suyos)
(En el hogar de los Perea Muñoz, Héctor había preparado la cena ya que Asun no acababa de llegar a casa. Los niños ya habían terminado sus deberes y esperaban impacientes la llegada de su madre con un hambre feroz. Sin embargo lo que estaba a punto de suceder les eliminó por completo las ganas de cenar)

María: (pasando por la cocina y mirando su reloj) Papá... ¿no está tardando mamá demasiado...? mira la hora que es y ni siquiera ha llamado para decir que llegaría tarde... ¿no te parece un poco raro...?
Héctor: (mirando su reloj y dándose cuenta alarmado de la hora que es) Pues sí, tienes razón, es bastante tarde... voy a llamarla a ver si le queda mucho y si eso la voy a buscar...

(Héctor se dirige al teléfono y cuando trata de comunicar con la redacción se da cuenta de que no hay señal al otro lado y esa circunstancia le extraña aún más, por lo que ni corto ni perezoso decide salir a la calle para ir a buscar a su mujer)

Héctor: Chicos... me voy a buscar a vuestra madre, me preocupa lo del teléfono y espero que solo sea un problema puntual de la línea... quedaros aquí por favor y no se os ocurra abrir la puerta a nadie, ¿de acuerdo...?
Daniel: Descuida papi... sólo abriremos si son los abuelos, ¿de acuerdo...?
Héctor: Está bien, campeón...
María: (temiendo lo peor) ¿Crees que puede haberle sucedido algo a mamá...? tengo una sensación rara...
Héctor: No lo creo princesa, pero voy a la redacción para quedarme tranquilo y en poco tiempo estaremos aquí los dos para comernos juntos esa cena que he preparado...
María: ¡Y que tiene una pinta fenomenal...! aquí te esperamos, papi, no tardes...
Héctor: Os quiero hijos... (les da dos besos a cada uno) hasta luego...

(Héctor en el fondo no las tiene todas consigo y aunque sólo sea por precaución o por un defecto profesional como él lo suele llamar, antes de salir de casa ha cogido su arma reglamentaria y se la ha metido en el bolsillo interior de la chaqueta por lo que pudiera pasar, aunque realmente nunca pensó que tendría que sacarla a pasear aunque fuera un momento)

(En la redacción, una de las ventanas traseras se ha quedado a medio cerrar, probablemente fruto de un descuido de alguno de los operarios de la oficina. Este lamentable olvido fue aprovechado por un ladrón que se coló en las instalaciones, un individuo que inicialmente sólo venía a robar y que a punto estuvo de hacer mucho daño y de causar mucho dolor)

(Asun estaba en el despacho de Julio repasando unas facturas y a punto de marcharse para casa cuando percibió un extraño ruido en la sala contigua al que inicialmente no le dio demasiada importancia)

Asun: ¿Quién anda ahí...? ¡Héctor, cariño, si eres tú te agradezco que hayas pasado a recogerme aunque estaba a punto de irme ya...!

(El ruido cesa y todo se vuelve de nuevo silencioso. Asun se da la vuelta y sigue con su tarea sin más. Justo en ese momento, un individuo encapuchado con un pasamontañas se sitúa detrás de ella con un cuchillo amenazante por la espalda)

Individuo: ¡Ni se te ocurra dar un paso... como te muevas te rajo, zorra...!
Asun: (a punto de empezar a gritar, pero la mano que el individuo le pone en la boca se lo pone difícil) ¡Mmmmmm...! ¡Socorro... ayuda...!
Individuo: (acercando la punta del afilado cuchillo) ¿Es que estás sorda o qué...? ¿qué es lo que te acabo de decir...? no quiero oír ni un solo grito más... aunque de todas formas da igual... nadie puede oírte... estamos aquí los dos solos, tú y yo, muñeca...
Asun: (muerta de miedo) ¡Por favor... no me haga daño... por favor...! tengo dos niños pequeños... si quiere dinero, puedo darle la combinación de la caja fuerte, llévese lo que quiera y váyase... pero por favor no me haga daño...
Individuo: Eso ya lo veremos, encanto... lo del dinero me interesa bastante... si te soy sincero es justo lo que venía a buscar aquí esta noche... esperaba encontrarme una sala vacía y oscura, fácil de robar, un plan sencillo, dinero fácil y rápido... pero resulta que me encuentro con una preciosidad a la que no pienso dejar escapar... una presa fácil... pero que hace demasiadas preguntas... y eso no me conviene...¿sabes...? así que lo del dinero a lo mejor me lo pienso, pero ya que esta noche te he encontrado por aquí, vamos a divertirnos un rato tú y yo... y luego ya veremos...

(El individuo levanta la punta del cuchillo y desliza la hoja levemente por las piernas de Asunción con aviesas intenciones de hacerla daño y de violarla salvajemente, sin que Asun pueda ofrecer la menor resistencia. Está completamente a merced de ese malnacido que está dispuesto a llegar hasta donde haga falta)

Asun: (sin parar de llorar) ¡Nooo... por favor... no me toque...! ¡pare, por favor... me hace daño...!

(La buena fortuna en esta ocasión hace que el milagro se produzca y que Héctor haga acto de presencia justo en el momento oportuno antes de que ocurra una tragedia. La pistola de acero que Héctor llevaba en el bolsillo interior de su chaqueta se posiciona sobre la cabeza del maleante apuntando directamente a su nuca)

Héctor: ¡Como la toques te mato, hijo de puta...! mueve un solo músculo y podrás comprobar como te vuelo la tapa de los sesos... ¿me has oído...? ¡suelta ese cuchillo ya...!
Individuo: (envalentonándose) No me das ningún miedo, maricón... no te atreverás si sabes lo que te conviene...
Héctor: ¿Me estás poniendo a prueba...? te lo estoy pidiendo por las buenas, y no me cabrees porque entonces ni yo ni mi amiguita de acero responderemos de nuestros actos... ¿te ha quedado claro...? ¡ahora...!
Individuo: Está bien... está bien... suelto el cuchillo, pero deja de apuntarme ya con eso... total si esta zorra no merece tanto la pena... ¡seguro que ya está estrenada...!
Héctor: (con una mirada amenazante) Da la casualidad que se trata de mi mujer, pedazo de cabrón, así que retira eso inmediatamente...
Individuo: (jactándose) ¡Vaya, vaya...! que romántico... así que el caballero andante ha venido a rescatar a su damisela en apuros como en las novelas medievales... ¡voy a echarme a llorar de la emoción...!
Asun: ¡Aaaaaahhhh....! ¡Héctor... cuidado...! ¡noooo...!

(El individuo se enfrenta a Héctor con el cuchillo y posteriormente trata de zafarse y escapar, pero afortunadamente Héctor es más rápido y consigue desarmarle y reducirle hasta dejarle inconsciente con un golpe que le da en la cabeza con la culata de la pistola)

(Héctor aprovecha ese momento para registrarle y desenmascararle consiguiendo así conocer su identidad a través del carné que lleva en la cartera)

Héctor: (dirigiéndose a su esposa aliviado) ¿Estás bien...?
Asun: (tirándose en los brazos de su marido) Sí... estoy bien, de verdad... que estoy bien...
Héctor: ¡Llama a la policía... ahora...!
Asun: Pero la línea está cortada...
Héctor: Llama desde tu despacho, ahí tienes otra línea privada... no creo que a este tipejo le haya dado tiempo a comprobarlo... vamos, cariño, tienes que hacerlo...
Asun: (muy asustada) ¡Sí... tienes razón... ya voy...!

(Asun saca fuerzas de donde no las tiene y llama a la policía explicando brevemente la situación para que movilicen a los agentes cuanto antes y manden un par de patrullas a la redacción. A los pocos minutos se personan los cuerpos de seguridad armados con pistolas y encuentran a Asun en un rincón y a Héctor vigilando al maleante por si se le ocurriera moverse, ya que parece haber despertado de su estado de inconsciencia temporal a causa del golpe recibido)

Asun: (alertando a los policías) ¡Estamos aquí... aquí... por favor...!

(La policía hace su trabajo y esposan al individuo y le obligan a levantarse, llevándoselo con ellos a comisaría donde le esperan por el momento unas cuantas noches de calabozo)

Héctor: ¡Llevaos a esta escoria de mi vista...! si vuelvo a cruzármelo, no respondo de mis actos...
Policía: Tranquilo, Héctor, lo pondremos a buen recaudo... se trata de un viejo conocido de la policía... ahora ya nos ocupamos nosotros y estate tranquilo que no volverá a molestaros... ¿se encuentra bien, señora Perea...?
Asun: Sí, creo que sí...
Policía: Si quiere que llamemos a una ambulancia para que le hagan un reconocimiento médico exhaustivo...
Asun: No, no hace falta, de verdad... ha sido todo muy desagradable pero afortunadamente yo estoy bien, con el miedo en el cuerpo, eso sí, pero no tengo nada físico que me duela y que justifique el que tengan que llamar a nadie...
Héctor: No os preocupéis chicos, yo me encargo... me quedaré aquí con ella un rato y luego nos iremos a casa... mañana cuando estemos más tranquilos pasaremos a prestar declaración en comisaría para cursar la correspondiente denuncia...
Policía: Está bien... nosotros también de todas formas nos pasaremos mañana por aquí para hablar con el resto de empleados y con el director de la redacción para informar de la situación y trataremos de localizar huellas o pruebas...
Héctor: No creo que lo tengáis fácil... este cabrón llevaba guantes, pero espero que con nuestros testimonios sea suficiente para enchironarle de por vida...
Policía: Lo será Héctor, no te preocupes... te aseguro que este cabrón se va a pasar a la sombra una buena temporada... confía en la labor de la policía y de la justicia aunque sea por una vez en tu vida, ¿quieres...?
Héctor: Vale, está bien... lo más importante es que Asunción se encuentra bien, al menos físicamente, y que yo voy a cuidar de ella, eh cariño... yo estoy aquí, cielo...
Asun: (emocionada y a punto de echarse a llorar de nuevo) Sí, ya lo sé... gracias...
Policía: Señora Perea, la dejamos en buenas manos... ha tenido suerte de que su marido haya aparecido en el momento oportuno y que sea tan valiente... cuídese y hasta mañana...
Asun: Gracias agentes... hasta mañana...
Héctor: Gracias chicos... nos vemos mañana en comisaría...

(Los policías se marchan llevándose con ellos al individuo esposado y Héctor se queda junto a Asun, tratando de tranquilizarla con sus palabras y gestos de cariño y amor)

Héctor: (dejándole su abrigo y poniéndoselo sobre sus hombros) ¿De verdad que estás bien...?
Asun: (sollozando emocionada) Ahora sí... estoy bien, y todo gracias a ti... si no llegas a aparecer no sé que hubiera pasado... ese tipo habría abusado de mí muy probablemente y...
Héctor: Shhh... no hables de eso... estate tranquila, mi amor, que yo estoy aquí contigo...
Asun: (echándose sobre el hombro de su marido) Eres mi héroe, ¿sabes...? mi ángel de la guarda... ¿cómo pudiste imaginar que yo estaba en peligro...?
Héctor: Fue María quien me alertó de la hora que era, yo estaba preparando la cena, y a tu hija le extrañó que no hubieras regresado aún, y fue entonces cuando intenté llamarte por teléfono para decirte que te iba a buscar a la redacción, pero no había señal de línea... entonces me asusté, y salí a buscarte, aunque en realidad no sabía lo que me iba a encontrar...
Asun: Llegaste justo a tiempo... justo a tiempo... gracias... gracias de corazón... te debo la vida...
Héctor: No me debes nada... es mi obligación como marido y como padre... proteger a mi familia como a mi propia vida... sois lo mejor que tengo, lo único que tengo en realidad, y lo defenderé con uñas y dientes hasta la muerte...
Asun: Eres muy valiente, cariño... estoy casada con el hombre más valiente del mundo... y con el más bueno y cariñoso y fiel... y te quiero, te adoro...
Héctor: (haciendo una delicada caricia a su esposa para secarle las lágrimas) Te quiero más que a mi vida... y no sé que sería de mí si tú no estuvieras aquí conmigo... tú me das la fuerza que necesito para seguir adelante, y para que mi vida tenga sentido...
Asun: Creo que me va a costar un poco reponerme del susto... cuando se me pasó por la cabeza que ese tipo podía violarme, no sabía que hacer... como reaccionar... intenté defenderme, resistirme, pero me tenía bien sujeta y si hubiera logrado forzarme, no sé que habría sido de nosotros y que hubieras pensado tú...
Héctor: (acariciando a su esposa) Asun, escúchame... tú no tienes la culpa de nada... ¿me oyes...? si yo no hubiera llegado a tiempo y ese cabrón te hubiera hecho daño, yo no habría podido perdonármelo jamás...
Asun: Héctor... no puedes culparte tú tampoco... y no quiero que sufras por si alguna vez no puedes protegerme... yo sé que estás ahí y que te desvives por mí, y por nuestra familia y eso es lo que cuenta, eso es lo único que me importa, ¿de acuerdo...?
Héctor: De acuerdo...

(Los dos se funden en un abrazo fuerte)

Héctor: ¿Quieres que te prepare una tila...? así podrás tranquilizarte...
Asun: Necesito algo más fuerte... mejor una copa...
Héctor: ¿Seguro...?
Asun: Seguro... ponme una copa de coñac... coge de ahí del armario de Julio... ahí es donde guarda el coñac bueno para las visitas...
Héctor: Está bien... como quieras... ¿y por qué te entretuviste tanto...? ¿qué hacías por aquí tan tarde...?
Asun: Pues estaba revisando unas facturas y había acabado de comprobar que el dinero que habíamos traído del banco esta mañana para pagar las nóminas de los empleados estaba correcto... y estaba a punto de echar el cierre cuando oí un ruido extraño en la sala contigua... al principio pensé que podías ser tú, y no le dí importancia, fue entonces cuando ese tipo se me abalanzó por detrás y me amenazó con el cuchillo por la espalda... intenté gritar pero no pude... no podía defenderme... y el resto ya lo sabes...
Héctor: Lo más importante es que afortunadamente tú estás bien y que llegué a tiempo con mucha suerte...
Asun: Pues sí... venga si quieres vámonos a casa a ver si todavía puedes recalentar esa cena que has preparado... no es que tenga mucha hambre, pero por ti haré un esfuerzo y comeré...
Héctor: Esa es mi niña valiente...
Asun: Y ya veremos como le contamos esto a los niños...
Héctor: Yo no sabía si debíamos hacerlo... podrían asustarse más de la cuenta...
Asun: Debemos decirles la verdad, Héctor, eso sí, explicárselo con mucho tacto, pero somos una familia y estamos unidos en todo, en lo bueno y en lo malo y compartimos todo lo que nos pasa...
Héctor: Tienes razón otra vez... vámonos a casa...
Asun: Sí, vamos...

(Héctor ayuda a Asun a levantarse y juntos los dos se dirigen a su hogar donde los niños esperan desde hace ya un buen rato a que sus padres regresen sin esperar en absoluto la historia que están a punto de escuchar de boca de sus padres)

(Por la noche en la habitación de María los niños comentan el desagradable incidente al que ha tenido que enfrentarse su madre esa noche)
 
María: ¿Te das cuenta Dani...? ¿te das cuenta de lo que ha pasado esta noche...?
Dani: Sí... que papá es un auténtico héroe...
María: No me refiero a eso, Dani... me refiero a que en un minuto te puede cambiar la vida... lo que le ha pasado esta noche a mamá nos puede pasar a cualquiera de nosotros... hay demasiada gente mala suelta por el mundo y no siempre va a haber gente como papá llegando a tiempo de salvar a la gente buena y honrada...
Dani: Ya lo sé hermanita... lo malo abunda, pero no puedes pensar todo el tiempo que te va a suceder algo malo porque eso sólo te hace enfadarte y ponerte triste... y yo no quiero pensar que siempre estamos en peligro... quiero pensar que hay mucha más gente buena y valiente como papá y como mamá y que gracias a ellos podemos estar muy orgullosos y ser felices...
María: ¿Sabes hermanito...? me gustaría ser tan optimista como tú... pensar en positivo y no estar siempre alerta y preocupada por lo que les sucede a los demás, pero no puedo evitarlo... tengo una especie de sexto sentido que me transmite las cosas negativas que pasan...
Dani: Y está muy bien que lo tengas y nos viene muy bien que lo tengas tan desarrollado porque gracias a eso tú eres la que normalmente estás alerta y nos avisas cuando crees que algo malo está sucediendo a alguien a quien quieres... pero no abuses, por favor... estate tranquila y disfruta un poco... yo no quiero que sufras más de la cuenta María...
María: Lo intentaré, hermanito, de verdad que lo intentaré... es que lo de mamá me ha dejado muy impresionada... y no dejo de pensar en lo que habría podido pasarle si papá no llega a tiempo...
Dani: Pero llegó y eso es lo único que importa... mamá está bien, asustada, claro, pero es fuerte y se recuperará... estoy seguro, confío en ella...
María: Yo también... ¿ves...? ahí estamos los dos de acuerdo...
Dani: Dame un abrazo, hermanita y vámonos a dormir ya que estoy muerto de sueño (bosteza)
María: Sí, claro... te quiero mucho, hermanito...
Dani: Y yo a ti también...

(Los dos hermanos se funden en un emotivo abrazo y después Dani se retira a su habitación para coger el sueño)

(Mientras tanto, el matrimonio Perea en su dormitorio también se dispone a acostarse. Héctor se cambia de ropa para ponerse el pijama y Asun se sienta en su lado de la cama con la mirada dispersa y de nuevo no puede evitar que las lágrimas broten a sus ojos y empiece a sollozar de nuevo)

Héctor: (al oír sus sollozos se sienta a su lado y la coge la mano delicadamente) Cariño... cariño... llora sin miedo, desahógate... te vendrá bien...
Asun: Pensarás que soy una tonta por ponerme a llorar así de repente...
Héctor: (mirándola dulcemente) En absoluto... conmigo no tienes que hacerte la fuerte... esta noche te has enfrentado a una experiencia horrorosa y no puedes pretender estar bien a la primera de cambio... es muy posible que esto te duela durante un tiempo y que cada vez que lo pienses o lo recuerdes, te aflore el miedo y los pensamientos negativos, pero quiero que sepas que yo estoy a tu lado siempre, y que te voy a ayudar en todo lo que pueda... puedes contar conmigo para lo que quieras, para lo que necesites... yo estoy aquí, ¿vale...?
Asun: Sí... ya lo sé... y eso es muy importante para mí... no quiero tener pesadillas, Héctor...
Héctor: A lo mejor no estaría de más que hablaras con algún médico o con algún especialista con el que puedas descargar tu rabia, tu frustración, tu dolor... contarle cosas que a lo mejor conmigo no te atreves o no te sientes segura...
Asun: (moviendo la cabeza) De momento no creo que necesite a ningún médico ni consejero... en nadie más confío tanto como en ti, cariño... y sé que me vas a seguir apoyando y ayudando... y eso es lo único que me tranquiliza...
Héctor: Y eso no va a cambiar nunca... porque lo que tú me haces sentir aquí dentro es algo maravilloso y único...
Asun: Te quiero, Héctor...
Héctor: Y yo a ti, mi niña...
Asun: Quiero que me abraces toda la noche muy fuerte, no me sueltes ni por un instante... es la única forma en la que espero poder dormir aunque solo sea un rato... además mañana tengo que ir a trabajar...
Héctor: Un momento, de eso nada... tú no vas a ponerte a trabajar mañana... ahora tienes que descansar y reposar unos días hasta que te recuperes del susto... mañana iremos a comisaría y va a ser muy duro revivir otra vez los acontecimientos... llamaremos a Julio a primera hora y él lo entenderá y será el primero en prohibirte ir a trabajar al menos en un par de días... ¿me harás caso por esta vez...?
Asun: Sí... creo que sí... supongo que un par de días de descanso me vendrán bien para disfrutar de mi familia...
Héctor: Eso ya está mejor... gracias por aceptarme el consejo... yo sólo me preocupo por ti...
Asun: Lo sé... y ahora a ver si puedo dormir algo y descansar que lo necesito...
Héctor: Claro que sí...

(El matrimonio se da un beso de buenas noches y Héctor abraza a Asun el resto de la noche velando su sueño y facilitando su descanso tras la terrible experiencia vivida. Al día siguiente, Julio se puso en contacto con ellos a primera hora en cuanto la policía acudió a la redacción y le pusieron al corriente de lo acontecido sobre todo para apoyar y tranquilizar a Asun y para recomendarle descanso y concederle unos días de vacaciones. Posteriormente la pareja acudiría a la comisaría para prestar la correspondiente declaración)